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25 marzo, 2015

Gervasio Sánchez, o el horror hecho arte




Gervasio Sánchez es un periodista y fotógrafo español, nacido en Córdoba en el año 1959. En su dilatada carrera, ha cubierto y registrado numerosos conflictos internacionales, como la Guerra del Golfo, la Guerra de Bosnia y otros acontecimientos relativos a la desfragmentación de la antigua Yugoslavia, o eventos bélico-políticos acontecidos en América Latina. Por su excelente trabajo, ha ganado infinidad de premios a nivel nacional e internacional, destacando el Premio Ortega y Gasset de Periodismo en categoría gráfica en el 2008, el Premio Nacional de Fotografía, en 2009, o el Premio Julio Anguita Parrado, en 2011, además de otros reconocimientos como Hijo Adoptivo de Zaragoza, en 1998, o la Medalla al Mérito Profesional otorgada por el gobierno de Aragón en el año 2004.

Pese a haber trabajado para y colaborado con diversos medios, véase La Vanguardia, la Cadena Ser o la edición hispana de la BBC, gran parte de su actividad profesional la ha desempeñado como periodista independiente. Ha sacado adelante más de una decena de publicaciones periodísticas y fotográficas, destacando algunas como El cerco de Sarajevo, de 1994 sobre el conflicto yugoslavo, Vidas minadas, en 1997 sobre lo que presenció en su viaje a Angola, La caravana de la muerte: víctimas de Pinochet, en 2001, Salvar a los niños soldados, una novela del 2004, Sierra Leona: Guerra y Paz, un documento fotográfico lanzado en 2005, o Desaparecidos, publicado en 2011 tras 13 años de preparación, sobre el drama que acompaña a la desaparición humana, en países como Camboya, Perú o Colombia.

Gervasio Sánchez y su objetivo en Sarajevo, Bosnia
Es célebre el incidente que protagonizó en el acto de entrega del premio Ortega y Gasset que le fue concedido en 2008, donde acusó desde su discurso de agradecimiento al gobierno español de predicar políticas de paz y anti-beligerantes, mientras toma parte activa en el mercado de tráfico de armas. Aquel día pronunció estas palabras:


[...] Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.

Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad. Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.

Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi. Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.

Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.

Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.

Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.

Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.

Muchas gracias

El trabajo de Gervasio representa el más puro y genuino sentido y significado del periodismo; poner de manifiesto problemas o situaciones que deliberadamente son ignorados por autoridades, instituciones y prensa. La labor de Gervasio Sánchez y la de cualquier otro periodista cargado de pasión, ideales, iniciativa y buenos propósitos se torna indispensable en una sociedad donde la tendencia a escurrir el bulto resulta con mucho la más beneficiosa para la salud mental. Y es que el horror de la guerra y la destrucción que lleva retratando con autonomía, firmeza, determinación y precisión durante más de dos décadas, fácilmente podría quitarnos el sueño a poco que profundicemos en la reflexión acerca de la realidad social que existe en otros países, en muchas ocasiones no tan lejanos al nuestro ni en kilómetros ni en cultura, y la manera en que nosotros mismos, habitantes del auto-denominado primer mundo, valoramos nuestro estado del bienestar. La función social de profesionales de la información que aún mantengan un compromiso para con la veracidad y la fidelidad a la realidad, sin voluntad de esconder o suavizar nada, se antoja esencial, si no obligada, en esta sociedad sobrecargada de estímulos, influencias e intereses personales, donde tan fácil resulta adoptar una postura pasiva respecto a la prensa sensacionalista, y donde tanto esfuerzo requiere quitarse la venda de los ojos para poder ejercer una actitud crítica.

Gervasio Sánchez ha recorrido el mundo registrando injusticias y atrocidades derivadas de la guerra, dando voz y dotando de plataforma de denuncia a las víctimas de operaciones militares abusivas y desmedidas, que han utilizado argumentos políticos para propiciar y justificar todo el terror y el daño que uno pueda concebir. Estos son algunos de sus testimonios ...
La fotografía 'Sofia y Alia', ganadora del premio Ortega y Gasset en 2009