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Joseph Arthur de Gobineau ... vaya joyita. |
Esta es la historia de Joseph Arthur de Gobineau, un filósofo y diplomático francés, conocido por haber teorizado la pseudo-superioridad de la raza nórdica, y fundando de esta manera la infame literatura metodológica sesgada sobre diferencias raciales con su obra de 1853 Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas.
En este ejemplo de tolerancia y filantropia, Gobineau comienza por cuestionarse el por qué las sociedades tienden a desaparecer, argumentando que las diez más destacadas han logrado sobrevivir dada la prevalencia del hombre blanco, mientras que debemos buscar las causas de la degeneración de las civilizaciones muertas a la mezcla racial con razas inferiores. Este caballero consideraba a las razas negra y amarilla "variedades inferiores de nuestra especie" sobre las que se levanta el hombre blanco, y, concretamente, el hombre ario, poseedor según el franchute "del monopolio de la belleza, la inteligencia y la fuerza". Con este humor que se gastaba, no debe extrañar el consejo con el que el bueno de Joseph cerraría su obra: la supervivencia de la civilización occidental dependerá de su capacidad para repeler y expulsar al extranjero, a fin de mantener una pureza de sangre que sólo habían conseguido, dice él, los germanos.
Las ideas de Gobineau y otros racistas intelectuales derivan de los primeros estudios antropológicos sobre los conceptos de raza y especie llevados a cabo desde el siglo XVIII. Pronto proliferaron los estudios sobre una supuesta raza aria, a raíz de descubrimientos realizados en el campo de la lingüistica del s.XIX que identificaron los idiomas avéstico de la antigua Persia, y sánscrito del Valle del Indo, como predecesores de las lenguas europeas, incluyendo el latín, el griego, y todas las lenguas germánicas y célticas. A raíz de esto, el lingüista aleman Friedrich Schlegel estuvo rápido y fue el primero en proponer la existencia de un pueblo originario común, al que se apresuró a denominar "ario", denominándolo como el origen de todos los europeos. Como pueden suponer, toda esta parafernalia pseudo-patriótica con tintes sectarios sería una pluscuamperfecta fuente de inspiración y ayuda para Hitler y la Alemania Nazi a la hora de justificar su política de expansión y discriminación racial.
La corriente de pensamiento racista reinante en el siglo XIX esta fundamentada sobre la biologización simplista de las teorías sociológicas de autores como Charles Darwin, y utilizó multitud de instrumentos científicos y razonables para justificar sus creencias y premisas. Como apunte final, Richard Wagner, el músico fetiche del Führer, al que sirvió de inspiración y motivación durante toda su carrera, fue un profundo antisemita y feroz y entusiasta defensor de las ideas de Gobineau, y no dudó en dejar bien claro al populacho su manera de ver las cosas en obras como la ópera El anillo del Nibelungo.