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20 febrero, 2015

La rocambolesca historia de la Nación del Islam ( primera parte )

(Ojo, no confundir ni vincular con ninguna rama del Islam ni con el mundo árabe )


La Nación del Islam es una organización religiosa y política fundada en el año 1930 en los Estados Unidos. Es conocida por haber contado entre sus filas con figuras relevantes de la cultura afroamericana, como Malcolm X o Muhammad Ali, y gozó de cierto poder social e influencia en las décadas de mitad del siglo XX. Hasta aquí todo normal, pero vamos a profundizar un poco más en la extraña historia de su fundación, en sus ridículas creencias existenciales, y en su papel y función en el movimiento de los derechos civiles y el desarrollo del hombre negro en territorio yankee.

La Nation of Islam fue fundada por Wallace Fard Muhammad. El tal Fard llegó en el año 1930 a Detroit, con un pasado misterioso, donde permaneció cuatro años organizando a la comunidad negra en torno a una nueva ¿fe?. Comenzó visitando vivienda a vivienda a los inmigrantes afroamericanos recién llegados a la ciudad provenientes del sur rural, a los que vendía seda recogida en sus condados de orígen. Poco a poco, comenzó a adoctrinar a estas familias, usando en un principio la Biblia, el único libro religioso con el que su audiencia estaba familiarizado. Poco después, conforme sus seguidores crecían, comenzó a atacar a la mayoria caucásica del lugar y a desprestigiar las enseñanzas de la Biblia, en una maniobra destinada a confundir aún más a su público. Este mismo público crecía gradualmente y financió económicamente un salón que usarían como templo en sus reuniones.

Fard comenzó a utilizar el Corán, y su audiencia, a memorizarlo en sus sermones. El auge de esta comunidad vino aparejado de acusaciones, sospechas, problemas con la policia y recelos del vecindario, llegando incluso a circular el rumor de que en la reciente hermandad se llevaban a cabo sacrificios humanos. Pronto se crearon estructuras alternas dentro de esta organización, como una Universidad del Islam, para que los niños en edad escolar recibieran enseñanzas allí y no en la escuela pública, o la Clase de Entrenamiento y Educación Civilizada para Mujeres Musulmanas, donde aprendían sus "deberes" como esposa musulmana, véase mantener la casa, limpiar y cocinar. Además, se regularizó el puesto de Ministro del Islam, dotando a la organización de un esquema jerárquico.

En 1934, Fard Muhammad desapareció de Detroit y de la Nación en extrañas circunstancias y tras innumerables disputas con las autoridades locales. Tan pronto como su sucesor al mando de la Nación, Elijah Muhammad, lo denominó como la personificación (literal) de Alá en la Tierra, anunciando que Fard era la fuente de todas sus enseñanzas, y dado el desconocimiento general sobre sus orígenes y su huida, el FBI se apresuró a dibujar la historia real de su vida.

En su búsqueda, los investigadores se encontraron con datos de un tal Wallie D. Ford, un sujeto con antecedentes en California, donde en 1926 fue condenado a una pena que iba desde seis meses hasta seis años en la prisión estatal de San Quintín. En 1957, el FBI se reunió con Hazel Barton-Ford, la esposa legal de Wallie Ford y con quien había tenido un hijo en 1920 llamado Wallace Dodd Ford. La descripción dada por su mujer era la de un "caucásico neo-zelandés".

Dos años después, el FBI envió una historia al periódico Chicago New Crusader, donde se aseguraba que Fard era " un nazi nacido en Turquía que había trabajado con Hitler en la II guerra mundial". La noticia relataba como Fard era un "turco musulmán que llegó a EE UU a principios del s.XX", y que habría conocido a Elijah Muhammad en prisión. Más tarde, en 1963, en una carta enviada al diario Los Angeles Evening Herald-Examiner, el FBI aseguraba que Fard era en realidad Wallace Dodd Ford. 

Titular del periódico el día en que se publicó que Fard era en realidad Wallace Dodd Ford

Una investigación de Karl Evanz para el Washington Post en 1978 arrojó algo de luz a esta enigmático pasado. Fard, usando el nombre de Fred Dodd, se casó en Oregón en 1914. En 1916, abandonó mujer e hijos para mudarse a California. Una tarjeta de registro del reclutamiento para la Primera Guerra Mundial de 1917 le identifica como Wallie Dodd Fard, soltero, dueño de un restaurante en Los Angeles y nacido en Afghanistán. En 1920, vuelve a cambiar su lugar de nacimiento, esta vez a Nueva Zelanda. Nuevamente, en 1926, en la tarjeta de su matrimonio con otra mujer, señala que es nacido en Oregon y de ascendencia española ( afirmó que sus padres residían en "Madrad, Span", la versión americana de Madrid, Spain).



El FBI continuó estudiando el caso de Fard hasta la extenuación, siendo una constante la aparición de nuevos y sorprendentes datos bibiográficos cada par de años. Siendo el fundador de la organización un pájaro como este, no es de extrañar su inusual y completamente ridícula ideología. 

Una vez Fard desapareció de Detroit, su protegido Elijah Muhammad asumió el liderazgo de la nación y reveló a todos que su mentor no era otro sino Alá bajado a la tierra. Y se ve que, aunque algunos manifestaron su profundo disgusto ante esta inesperada revelación y abandonaron su fe, muchos no espantaron y se mantuvieron dentro de la organización. Elijah visitó una ciudad tras otra, y situó su sede central en Chicago. A mediados de los años sesenta, la Nación del Islam ya se había extendido por más de 60 ciudades y contaba con comunas en varios países del mundo entero. A su muerte en 1975, la nación se dividiría en dos facciones, una de ellas más próxima al Islam original. Hoy en día la rama saliente de la original Nación del Islam está dirigida por Louis Farrakhan, un personaje ciertamente controvertido y oscuro, y que merecería reseña aparte.

Las creencias religiosas de la Nación diferían en mucho de la auténtica ideología islámica, empezando por su consideración politeísta de Dios. Para la Nación, diferentes seres pueden alcanzar el estatus de "Alá", aunque no a la vez. Para esta secta, el universo se creó hace 66 trillones de años, momento en el que se materializó, de la nada, el primer Alá, negro, por supuesto. Este Alá etíope legó, a su muerte, la responsabilidad de dirigir el cosmos en un consejo de 23 sabios científicos negros presididos por el Alá de turno. Estos caballeros se las apañan para crear nuestro planeta 25.000 años antes de lo documentado por la ciencia.

Otras creencias sorprendentes son, por ejemplo, la consideración del hombre negro como superior a las demás razas ( cabe señalar que el Islam original defiende a ultranza la igualdad de todas las razas), habiendo sido la raza caucásica creada por un científico malvado y demoniaco llamado Yakub (inspirado en el Jacob bíblico). Yakub creó una perversa raza de hombres blancos con el sino de dominar el mundo durante 6.000 años. Los hombres blancos, incluidos los judíos, erán definidos como "diablos de ojos azules". La nación procesaba un profundo antisemitismo, y señalaba a los judíos como los culpables del comercio de esclavos afroamericanos, un punto en el que probablemente no fueran desencaminados.

Malcolm X sabía cómo levantar a las masas

Con tan sospechoso creador y caricaturesca ideología, resulta complicado entender la repercusión de la Nación del Islam en la sociedad de su tiempo. Sin embargo, esta organización surgió en el momento adecuado para disfrutar de tales reconocimientos. Su fundador, un tipo posiblemente retorcido y manipulador, pero también clarividente y hábil, identificó rapidamente que estructurar a la maltrecha comunidad negra americana le podría venir de maravilla para ganar algo de poder y dinero en el proceso. Más allá de sus premisas y preceptos, la Nación del Islam era una organización de negros para negros, algo poco común en aquella época, y servía magistralmente de plataforma social para la propuesta y debate de los muchos males y vejaciones de que eran víctimas sus miembros por aquellos días. Era la época de grandes activistas que ayudaron a dar un cambio de rumbo necesario a su sociedad y al mundo entero, ejerciendo una magnífica labor para poner fin a la discriminación, el racismo y, a fin de cuentas, al sinsentido que reinaba en las relaciones entre la masa mayoritaria blanca y la minoría afroamericana. Fue el tiempo de figuras como Martin Luther King o Rosa Parks, pero también de Malcolm X y Muhammad Ali, los dos integrantes más célebres de la Nación del Islam.

Ambos entrarían a la organización plenos de ilusión y compromiso, ascenderían puestos sin problema alguno en la misma hasta convertirse en símbolos y referentes, y acabarían por abandonar la Nación en franco desacuerdo con sus dirigentes e ideologías, iniciando, desarrollando y terminando en el camino una amistad. Uno de ellos acabaría pagándolo con la vida ...

Malcolm X en pleno discurso, con su por aquel entonces líder Elijah Muhammad justo detrás